Las mil y una cosas que nos ocurren en medio del ser padres. Del ser. Para un sentido u otro.
Hace días girando la neurona entre la formación de disciplina positiva, los ires y venires del trabajo de apoyo a padres en educación y en mi propia tarea.
Esa obsesión, una ordenanza necesaria, dentro de ciertos límites. Que obedezcan.
Desde ese minuto el principito me rondaba...
Reclamamos obediencia, y agradecemos la rebeldía. Bueno, al menos yo, hasta cierto punto la agradezco.
Pero el llamado a la obediencia parece partir primero por un llamado a nosotros mismos. Y es ahí donde el principito me resulta tan particular, en una conversación llena de sentido con el rey. Un rey que quería gobernar y mandar por sobre todas las cosas, pero que sobretodo reconocía la necesidad de fundamentar sus peticiones, en aquello que de verdad le podía ser dado.
y yo agregaría, que también en el respeto. Porque no hay disciplina cuando lo que tenemos es obediencia ciega. En la obediencia ciega hay temor. Hay temor a equivocarse, a no merecer amor. En la disciplina positiva, basada en el respeto mutuo, hay permiso para ser quién se es, porque se respeta tu esencia, porque confío en que lo harás de acuerdo a esa esencia, lo mejor posible, lo mejor que a tí se te puede dar. Yo estaré ahí para animar, para alentar, para aplaudir, para sacudir el polvo de las rodillas.
Sí. Estas últimas palabras son de la madre que también me habita.
30 septiembre 2015
26 febrero 2015
DE AGRADECIMIENTOS Y EXPERIENCIAS
Suelo ser una obsesiva cuando hay alguna canción que despierta mi corazón y busco, busco y busco, sin quedarme tranquila hasta que encuentro.
La fortuna de ir hasta Salvador de Bahía, y reconocer en su gente una alegría divina, a sabiendas del sufrimiento de su historia. Una vuelta a Praia do Forte y en sus lindas calles, gente no sólo cantando... danzando. Una danza grupal a la que me sentí llamada, sintonizó con mi corazón y con lo sanadora que puede ser la energía cuando todo sincroniza para que así sea.
Este es el mantra que recogí, la canción del video, tan significativa hoy donde también veo cómo en la ciudad en que vivo el humo y la devastación de los incendios ha oscurecido un poco el semblante de todos. Entonces me nace cantar... "Yo quiero luz, yo quiero alegría, quiero fuerza pa cantar, todo el santo día".
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