Bueno, la cotidianeidad ha significado ver televisión también... pues no sólo de cultura vive mi imaginación, no. El SQP resulta sabroso cuando no te engolosinas, porque ahí si que el dolor de guata no me lo quitaría nadie. Por otro lado, mi tolerancia tiene un límite, porque a la Pamela Giles no la soporto.
Pero el tema es otro... el tema es el de las vanidades. Yo soy vanidosa... y también se me infla el ego... ahora, creo que todo ego asegura un poco de autoestima, pero hay egos que se inflan tanto que se dan de bruces contra el pavimento... no en vano en la clasificación psicopatológica del DSM, uno de los trastornos de personalidad identificables es el trastorno de personalidad narcisista. En la tele, muchos deben tener su cuota, pero es un medio donde se pasa piola, pues es esperable.
Pero en el día a día, sin luces ni flashes, una persona con un desorden narcisista es lo más autoreferente que hay, con sentimientos de grandiosidad y una absoluta incapacidad para mirar más allá de su ombligo y ponerse en el lugar de otros. El problema es que ni siquiera se lo propone, y cree que su forma de actuar es la correcta y el resto de las personas deben admirarle o bien, le envidian...
Muchas veces nos encontramos con personas así... y creemos que nada de su actuar vale la pena, que están completamente equivocados, y la verdad es que algo bueno se puede rescatar.
Creerse el cuento, siempre es un aporte de firmeza para nuestro autoconcepto. Las personas acostumbradas a actuar tras bambalinas necesitan un poco de este ego, para valorarse en su justa medida.
Un poco de vanidad y ego, nos permite sentirnos seguros y atractivos –en el amplio sentido de la palabra- para otros, para quienes nos rodean y nos resulta más fácil establecer relaciones personales.
Pero ojo: siempre todo exceso, es un riesgo... así es que a tomarse las cosas en su justa medida. A ser justos con nosotros mismos, y valorarnos, pues si la caridad no comienza por casa, entonces por dónde?! No digamos que en el SQP son muy caritativos entre ellos, así es que ya es suficiente de hacerles publicidad...
Estos días han sido de mucha cotidianeidad. Me da pudor hablar mucho de mí, aunque siempre, en cada palabra soy precisamente yo quien se muestra. Les comparto mientras tanto que me perdí por problemas de salud, aunque ya estoy mejor... y son estos mismos problemas de salud a quien debo agradecer por el tiempo para mirar las cosas con calma, con tranquilidad, dentro de lo posible... y lo que más he disfrutado, ¡lejos! es mirar el sueño de mi Agustín en la hora de su siesta. Ver como todo lo angelical reposa en sus ojos, me llena el espíritu de alegría y satisfacción. A veces olvido ver que lo cotidiano puede ser excepcional...
Me conmuevo de saber que la muerte nos hace cosquillas y juega con nosotros, siempre. No como un ser amenazante, sino como una experiencia. Podemos vivir y morir muchas veces... creo en eso.
Estos días, y hoy en particular, me siento muy conmovida de saber del bienestar de una amiga. Tres recaídas de un cáncer, y la idea inminente de que se aparecía de nuevo, y sucedió que no… no podría explicar aquí la magia, la generosidad de la vida, los efectos del amor, o lo que sea que hayan despejado toda duda. Está bien, está muy bien… y mantiene una sonrisa que me recuerda la importancia del desapego, de la entrega.
No haría justicia describiendo nada de lo que ha pasado a su alrededor… sólo me quedo con esta sensación de celebración… y con la idea de que lejos de ser obvia, la vida es un gran misterio.
Cuando en algún momento me he detenido a mencionar –para los que vienen de “Nuevos Días”- el tema de la conciliación de los polos, siempre me he quedado con algo pendiente.
Sólo ahora me doy cuenta qué es. Para conciliar o mantener un diálogo amistoso entre polos es necesario conocerlos a ambos. Si no, no hay conciliación, sólo hay indefinición, y la idea no es “no ser chicha ni limonada”.
Casi siempre optamos o valoramos una sola tendencia –no voy a explicar las múltiples razones aquí. Por ejemplo: “ser bueno”. Para los buenos es inadmisible hablar fuerte, duro y claro. Cuando ven ese aspecto en otros, les parece criticable y hasta abominable (…pero no lo dicen de esa forma, porque son “buenos” y la gente buena prefiere decir “oh, pero no, ESA no es la forma de hacer las cosas”)
Entonces mi lado B, mi dureza, mi firmeza, mi ser “mala”, se ha sometido a la buena. (qué paradoja, parece que la buena igual es un poco mala después de todo… ni se sospecha lo tirana que es, pues es mandona de un modo taaan dulce, que nadie puede decirle nada… es la forma en que sí se lo permite)
Ambos polos, la buena y la mala, pueden ser una tiranas en nuestras vidas… es sólo que si las conocemos a ambas, podemos saltar de una a otra con flexibilidad, y es más factible que nuestro contacto con la vida sea más vital, más espontáneo y más verdadero.
Todo vuelve a empezar... siempre.
Siempre que uno lo quiera.
Si hay algo que debo reconocer que aún no aprendo del todo, aunque quisiera lograrlo con paciencia, es a desprenderme... a saber dejar ir, lo que se quiere ir...
Nuevos Días me dio mucho. Todo lo que pudo. Por lo demás me he traído sus ojos y su espíritu. Y hace tiempo pensaba cerrar y empezar de cero y al mismo tiempo creía que la energía a invertir no valía la pena... me engañaba a mi misma culpando al servidor, al pc, a la red, a que era cosa de unos días... y no me decidía a ser YO quien tomara una determinación.
Me resulta inevitable pensar en lo dificil que es aún más, cuando se trata de situaciones vitales... un trabajo, una relación, un asunto pendiente, un cambio radical... ¡cuán humanos somos, siempre creyendo que las cosas nos pertenecen, privándolas y privándonos de crecer, de tomar otra oportunidad distinta!
Pues acá voy yo, queriendo seguir En CONTACTO... así es que SEAN BIENVENIDOS.
(Gracias Blogger por el alojamiento)
Bueno, la cotidianeidad ha significado ver televisión también... pues no sólo de cultura vive mi imaginación, no. El SQP resulta sabroso cuando no te engolosinas, porque ahí si que el dolor de guata no me lo quitaría nadie. Por otro lado, mi tolerancia tiene un límite, porque a la Pamela Giles no la soporto.
