
Está claro que uno no se puede comprometer a cualquier costo. Si hablamos de comprometerse en pareja, anda mucha gente incapaz de dar amor sin causar sufrimiento, que es precisamente el mal que todos tratamos de evitar. Aunque hay una ecuación recíproca: también puede ser que mi temor, mi no querer sufrir, mi no atreverme a comprometerme, le cause desconfianza al otro, e incluso sufrimiento y temor al sufrimiento... y entonces volvemos a quedar en completa soledad porque tuvimos miedo... y nos DESENCONTRAMOS.
Eso de “completa soledad” incluso podría ser cuestionable... claro, porque podemos acceder a sucedáneos de relaciones, encuentros que son sólo un espectro, que carecen de la profundidad que nutre espiritualmente... y entonces nos conformamos... y nos engañamos a nosotros mismos creyéndonos en compañía, cuando seguimos solos.
Pero qué nos pasa que no nos atrevemos a comprometernos? No queremos pololear, andamos. No queremos casarnos, convivimos. No queremos tener hijos: este no es un buen mundo para vivir... ¿o lo queremos pero no lo decimos -o admitimos-por si no resulta?
Para terminar sólo diré que tengo la impresión de que mientras más grandes, más pequeños... no nos atrevemos a crecer... y sólo para rematar, traigo a colación a Sábato... aunque en traducción personal, quien dijo algo así como que detestaba la prudencia, que no era otra cosa que cobardía disfrazada.