Me aferro a las personas, a las cosas, a los afectos, a las sensaciones, al deseo de triunfo, y de pronto nos parece que tantas cosas se derrumban... cuando nos sentimos despojados, rechazados, malheridos...
Me detengo. El sólo hecho de mencionar estas palabras me remece.
Respiro.
Me pienso como si la vida me hubiera dado una pieza del rompecabezas. No la puedo juzgar. No caigo en el juego de considerarla buena, mala, la mejor o la peor. Es la pieza que la vida me da... y que sólo cobra sentido cuando respeto esa vivencia como LO QUE ES. Me deshago de juzgarla y sigo viviendo mi vida. No me despojo, no me rechazo, no me hiero... porque nadie "me" despoja, ni "me" rechaza, ni "me" hiere. Sólo YO.
Y tomo mi pieza del rompecabezas... y sigo en este espacio que llamamos Vida.
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