Te invito una copa para que te fijes dónde pones el énfasis. Es una copa a medias. ¿Entonces? ¿Aceptas?
Es la alegoría de la copa medio vacía o medio llena según quién la mire. A veces nuestro ánimo es quien determina dónde ponemos la mirada, pero sobre el estado de ánimo puede haber un poquito de voluntad… el dónde QUIERO mirar.
Siempre nos falta algo para ser del todo felices. Más vacaciones, nuevos estudios, un poco más de dinero, que nos quieran un poquito más, que nos demuestren un poco más, que nos digan más seguido que nos quieren, un poco más de sal en la sopa, o un poco menos… y así, suma y sigue… pocas veces nos gustan las cosas como son.
La mitad vacía de la copa nos perturba, mascullamos en silencio nuestro deseo de que todo sea diferente y nos olvidamos del sabor, el aroma y el deleite que nos da su contenido. Cuando alguien nos saca del monólogo interno más encima respondemos mal, como si quien está a nuestro lado tuviese la culpa de todo lo que no tenemos, de todo lo que “nos falta”, que no es más que un deseo, una burbuja en el aire. Por supuesto debemos desear para avanzar en el mundo, pero no desde la frustración ni del enojo, sino de la sabia paciencia de valorar y DISFRUTAR y ser QUIENES somos.
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